CONSTANCIA EN LA PRUEBA
- Carolina Rodríguez
- 25 ene 2019
- 5 Min. de lectura
A lo largo de la vida, he tenido que enfrentar varias pruebas, de hecho, considero que vivimos en una constante prueba. Unas son más fáciles que otras, en algunas pasas y en otras sencillamente quisieras de volver el tiempo y pedir una segunda oportunidad.
Como lo dije antes, de tantas pruebas que he tenido que pasar, a veces he desistido, pero en los últimos años, o mejor dicho, desde que nació mi hija, he tratado de no rendirme. Por lo general cuando sucedía algo que no me gustaba o que me parecía difícil, renunciaba y tomaba otro camino en el que veía menos riesgos de sufrir. Pero no siempre el camino ligero te va a garantizar no sufrir, o por lo menos eso es lo que me ha sucedido a mí.
Cuando estuve soltera, trabaje en varios lugares y sí pasaba algo que no me gustaba o me veía estancada, renunciaba y buscaba otro empleo. Pero, cómo conté en el post anterior, cuando me case tomé un camino y ese camino no tenía uno de regreso. Me había aventurado hacer independiente, lo hice creyendo que tendría libertad en el horario, en la manera en la que iba a manejar mi propio emprendimiento, mi dinero, entre otras cosas. Vislumbre una vida casi perfecta. Me case con la ilusión de ser feliz, tuve una hija pensando en que sería una madre perfecta, emprendí un negocio con la convicción de todo marcharía bien y no pasaría necesidades económicas.
Vaya! Parecía que tenía la vida resuelta y solo faltaba, “¡y fueron felices para siempre!” Pero mi querido lector, déjeme decirle que todo aquello fue una utopía; he tenido grandes y fuertes tropiezos en mi matrimonio, me he equivocado un centenar de veces con mi hija y fracase en mi primer intento de negocio y está vez no podía tomar decisiones a la ligera como; divorciarme, regalar a mi hija y dejar las obligaciones del negocio infructuoso a la deriva. Esta vez no se trata de pasar mi carta de renuncia y tomar un nuevo rumbo.
Recuerdo que pocos días antes de tener a mi hija, pase una situación muy difícil, fueron momentos fuertes en mi vida, llegué a pensar que mi vida había terminado ahí. Realmente fue horrible ese tiempo y aún más porque tenía a mi hija en el vientre, sólo pensaba que con todo lo que estaba viviendo en ese momento no iba a poder parir, que me tendrían que hacer cesárea porque ni las fuerzas físicas me alcanzarían para dar a luz. Eso, era lo que yo pensaba, pero resulta que cuando crees que estás en el piso y no hay para donde más caer, el único camino es ir de nuevo hacia arriba.
Así que se llegó el cuatro de diciembre de 2014 y empecé con los dolores de parto, ¿cómo renuncias a eso? Llegas y dices, querida vida, esto duele mucho, muchas gracias, mejor dejemos las cosas así. Pues resulta que, no. aguantar ese día los dolores y 20 horas después puje y tenga su niña como es debido, ese día, todo lo que antes había pensado, de que no iba a poder, de que tocaba cesárea y todas esas bobadas, habían quedado en el olvido, tuve que enfrentar el parto, sacar fuerzas y dar a luz; y es que ese término de dar a luz, se hizo vida en mi vida, porque aunque me he equivocado esas centenares de veces, mi hija se convirtió en la mayor motivación de mi vida para no rendirme.
De ese día ha hoy, han seguido pruebas muy difíciles, pero he tenido que enfrentar todas ellas. Por ejemplo, cuando empecé este nuevo emprendimiento, de nuevo, idealice todo. Veía esas tortas tan hermosas en Instagram y Pinteres, soñaba con crema de mantequilla y chocolate, me imaginaba como el Miguel Angel de la pastelería, veía y veía salir del horno un montón de tortas perfectamente hechas, y yo como portada de revista, con el cabello perfectamente recogido, mi delantal impecable, mejor dicho, era como ver a Anna Olson en el Gourmet! Todo era perfecto. Para empezar, cuando empecé este negocio, no tenía horno!!! Una pastelera que emprende su negocio sin la herramienta principal, el horno. Y ante eso no me rendí, en mi corazón ardía no solo la pasión por lo que me gustaba, sino una fe increíble de que ese, era el camino.
En la casa donde vivía mi mamá en ese entonces, había un horno y empecé a trabajar ahí, pero resulta que ese horno no servía, para que no se apagará tocaba tener presionado el botón del termostato, lo que implicaba que tenía que estar parada frente ese tal horno, (si es que merecía que le llamarán al pobre así), lo que durará la cocción, y como no servía, lo que demorará en hacerse cuarenta minutos, esté tardaría ochenta! Y esa no era la única dificultad, porque mi mamá no vivía a dos pasos de mí y tampoco tenía carro jajajajaja así que cogía el coche de mi hija, la llevaba a ella (por ese entonces tendría año y medio) y en la parte inferior del coche llevaba; una batidora de mano y todo lo que requería para la preparación que iba hacer (harina, huevos, mantequilla, moldes, papel parafinado etc).
Después de hacer lo que tenía que hacer, me devolvía con todo lo anterior y las preparaciones. Cuando recuerdo esto, hoy, se me hace gracioso, pero en ese momento realmente era tedioso. Y así, pase de horno en horno, después me toco en el horno de mi suegra y hasta en el de la mamá de mi suegra. Hoy por hoy, se hornea en un excelente horno.
Puedo contar muchas más choco aventuras, que seguramente te iré revelando con el paso de los post. Con todas estas cosas que cuento y en particular estás dos historias, no quiero hacerme ver como un ejemplo o como una persona vanidosa, lo que te quiero decir, es que en lo que sea que estés pasando, eso, va a exigir que seas constante y que luches! Decía que desde que nació mi hija, aprendí a no rendirme tan fácil, no porque sea una mujer fuerte, sino porque quiero que ella aprenda hacerlo, que no se rinda ante los vendavales de la vida, porque sé que vendrán muchos más y el viento cada vez golpea más fuerte. Quiero allanarle un buen camino a mi hija, enseñarle hacer limonada, si del cielo le caen limones. Por esa razón creo que aprendí hacer más fuerte, hacer constante, a pesar de que las circunstancias me han derribado una y otra vez, mi fe en Dios no se ha quebrantando porque sin él nada de esto sería posible.
No abortes el proceso por el cual estás pasando, probablemente, eso te hará mejor y tendrás algo que enseñarle a alguien más. Aun por este tiempo he pasado cosas muy difíciles pero, me digo a mi misma y te digo a ti, NO HAY QUE DEJAR QUE LAS CIRCUNTANCIAS determinen el futuro o que apaguen la fe, recuerda tus victorias pasadas, porque esas también te van a alentar a salir del lugar del que quieras salir en este momento!

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